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El Mito Mitos y fantasmagorías

El Mito narra los orígenes de las cosas, del mundo, de los animales, del hombre, de las virtudes y defectos, de las riquezas, de los seres espirituales y fenómenos naturales.

 

La creación de Tumaco

Al comienzo de los tiempos, unos inmensos peces rojos salieron desde un lugar muy lejano a recorrer los mares del mundo. Eran tres vigorosos pargos rojos. Fueron enviados por Yemayá, madre de la vida y de las aguas, a reconocer sus dominios. Durante miles de años navegaron por todos los océanos de la tierra.


Un día se sintieron fatigados y se quedaron a descansar en los esteros de la costa pacífica nariñense; la brisa de la tarde los adormeció, las olas los arrullaron y pronto se quedaron profundamente dormidos.


Poco a poco las mareas infatigables los cubrieron de arena. Después una frondosa vegetación apareció sobre sus lomos y las lluvias torrenciales formaron riachuelos caudalosos. Así aparecieron las tres islas mayores que hacen parte del archipiélago de San Andrés de Tumaco.


Los primeros pobladores de estas islas fueron unos indígenas trashumantes que cultivaban el maíz y la yuca. Además, eran pescadores y cazaban pequeños animales. Construyeron casas de madera con techos de hojas de palma. Eran expertos alfareros y orfebres incomparables. Adoraban como dioses al jaguar y a la anaconda. Desaparecieron misteriosamente de estas tierras después de un milenio de permanencia, pero los museos del mundo aun conservan muchas figuras y utensilios de oro y de arcilla elaborados por aquellos artistas inimitables.


Siglos más tarde llegaron a Tumaco los invasores españoles. Vinieron a buscar los tesoros que las leyendas indígenas mencionaban. Encontraron unos pequeños caseríos habitados por unos indígenas agricultores y pescadores que también habían escuchado las mismas narraciones fantásticas. Decepcionados, los invasores se marcharon apresuradamente. Jamás imaginaron que navegando a contra corriente por los caudalosos ríos, podrían encontrar inmensas cantidades del metal dorado que ambicionaban hasta el delirio.


Años más tarde, millones de mujeres y hombres africanos fueron arrancados de sus aldeas y transportados a América. Fueron traídos como esclavos a trabajar en los cultivos, ganaderías y minas que los españoles explotaban.


Pero muchos de estos hombres y mujeres procedentes de África se fugaron de las propiedades de sus amos y formaron los palenques que eran territorios donde podían vivir en libertad. Otros trabajaron arduamente para comprar su libertad, o se beneficiaron con la ley que abolió la esclavitud, pero nunca pudieron volver a su tierra natal. 


Para vivir en América, los africanos y sus descendientes eligieron las tierras ardientes de las riberas de los ríos o las orillas del mar; muchos de ellos prefirieron los ríos, los manglares y las tierras de la costa pacífica. De ese modo llegaron los negros a Tumaco.
En los últimos tiempos, muchas gentes provenientes de todas las regiones del país han venido a Tumaco. Junto con los negros, mulatos, indios y mestizos han conformado una población multirracial que trabaja arduamente para construir un futuro mejor para todos.


Nuestros abuelos dicen que las detonaciones producidas por la dinamita que utilizan algunos pescadores pueden perturban el milenario sueño de los peces que sostienen las islas. Cuando los míticos pargos rojos se desperezan, provocan gigantescos oleajes que inundan las calles y barrios de Tumaco.


Cada cierto tiempo, los inmensos pargos rojos que sostienen las islas de Tumaco se mueven debajo de las aguas para cambiar de costado y desentumecerse. Cuando así ocurre, el mar y la tierra se agitan violentamente provocando cataclismos y tragedias dolorosas.
(Tomado de: La creación de Tumaco y otros relatos del pacifico. 1999. 
Autor: Helmer Hernández.)

Las fantasmagorías narran sucesos o situaciones en los que aparecen los espantos y visiones como el Riviel, la Tunda, el Duende,  etc. cumplen una importante función de control biológico y social, advirtiéndoles de los peligros de la selva, el agua, la oscuridad, de la edad misma (sobre todo en el caso de las adolescentes).

 

la Tunda

 

Advierte a los niños sobre el riesgo de adentrarse solos en la selva y a las madres el riesgo de dejarlos solos en la casa, porque este personaje los rapta adoptando la forma de una mujer de la familia (madre, hermana, tía, etc). A los hombres adultos se les presenta igual, pero las consecuencias son diferentes, aunque igualmente trágicas. Si no se rescatan a tiempo. La victima no muere, pero puede quedar trastornada de los sentidos para siempre. La Tunda es un espíritu que se disfraza de mujer conocida y de poder de seducción.

 

El Riviel

 

Representa un control ecológico. Los pescadores deben pescar lo necesario, devolverse a sus casas y no quedarse solos en el mar. Los viajeros deben ser prudentes. En este sentido tiene similitudes con la Madremonte andina, que asusta a los colonizadores y devastadores de selvas. El Riviel es una luz que se acerca por el mar al pescador solitario y hunde su barca.

 

El Duende

 

Gran señor de la lucha, la guitarra y el enamoramiento, persigue a las preadolescentes para acariciarlas, sobre todo en los senos. Claramente se está indicando el peligro que representa para ellas la presencia de desconocidos o de hombres con malas intenciones. Es un ser masculino, casi enano pero fornido y con tina cabeza grande que cubre con un gran sombrero.

 

Los Encantos

 

Son algunos sitios, generalmente acantilados, donde se oyen por las noches, en determinadas épocas del año, músicas submarinas. Bogas y pescadores se alejan atemorizados de esas zonas y atribuyen los sonidos a sirenas encantadoras.

 

Probablemente estos sean efectos del viento y del agua en las grietas y hendiduras, o también en las raíces de los mangles.

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