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Danzas del Litoral Pacífico

La introducción de la gente africana al occidente del Nuevo Reino de Granada fue llevada a cabo por los españoles a finales del siglo XVII. Los esclavizados fueron explotados en el laboreo de las minas de oro, plata y platino, y en el trabajo de las haciendas o plantaciones de azúcar y tabaco. Desde los primero años del siglo XVIII y hasta el siglo XIX, gracias al cimarronaje y a los efectos de la leyes de manumisión, se adelantó un movimiento de colonización afrocolombiano a lo largo del litoral Pacífico. Entonces, numerosos cimarrones y libertos invadieron las selvas, esteros y campos y crearon un tipo de cultura singular, de marcado acento africano, muy representativa de la región.

 

Estas circunstancias históricas convirtieron al litoral en el área con mayor composición demográfica de tipo africano, donde es notorio el predominio de supervivencias en las expresiones culturales actuales. Éstas presentan auténticas reminiscencias de África, que se manifiestan tanto en las actitudes alegres y explosivas, como en un profundo fondo de tristeza y sátira. Entre las permanencias africanas que vale la pena destacar se encuentran las danzas que acompañan los ritmos del currulao, patacoré, berejú, juga, bunde, chigualo, maquerule y caracumbé.

 

Las danzas del litoral Pacífico colombiano se distribuyen en dos regiones. En la zona centro-sur se caracterizan porque su esencia rítmica está soportada, en mayor medida, en el baile patrón, que es el currulao. Los bailes de relación o acoplados son muy escasos, debido a que los oficiantes no prefieren cantar mientras danzan, circunstancia que evita que se presenten espacios para que las parejas improvisen coplas, versos y exclamaciones de sentido picante. Las asociaciones de origen sexual son tan importantes como en las danzas del Caribe y los pasos con los que se ejecutan son en extremo cortos. En contrapartida se profundiza en el contenido ceremonial. En la zona centro-norte la extroversión y las constantes eróticas son lugar común.

 

Por otra parte, existen adaptaciones afrocolombianas de supervivencias españolas e indígenas con rasgos particulares en su interpretación. Un caso muy típico es la jota chocoana, que representa enfrentamientos entre los bailarines, lo que le asigna un aire de gran sátira. La adaptación de bailes cortesanos de estilo europeo, como la danza, contradanza, polka y mazurca, hoy reciben el epíteto de chocoanas, lo cual las diferencia de sus ancestros españoles. Para el acompañamiento musical de estos bailes se emplea un conjunto llamado chirimía chocoana, el cual mantiene la composición de las antiguas bandas de viento.

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